domingo, 12 de diciembre de 2010

“Nuestro tiempo en parte nos lo roban, en parte nos lo quitan, y el que nos queda lo perdemos sin darnos cuenta”, dijo Séneca.

El que esté libre de culpa... ¿quién no se ha encontrado alguna vez escribiendo listas de cosas pendientes interminables, tratando de no hacer algo que se considera insoportable o postergando tomar una decisión importante? ¿Quién no se ha visto agobiado porque no se va a cumplir determinado plazo, no ha contestado las llamadas y tiene un montón de papeles por archivar?

Gestionar el tiempo significa controlar la propia vida, el tiempo y trabajo, en lugar de ser dominado por ellos, consiste en saber qué hay que hacer, qué metas se tienen y cómo conseguirlas con el menor consumo de tiempo y de medios.

No implica estar todo el día corriendo. El agobio se debe a la falta de objetivos, planificación, prioridades y visiones de conjunto. La verdadera paradoja en la utilización del tiempo es que nos obsesionamos por controlarlo, cuando lo que se debe hacer es controlar las actividades.

El tiempo no se puede ahorrar ni almacenar, solamente se puede aprovechar, administrar y gastar con prudencia.

La falta de una gestión del tiempo personal se caracteriza por prisas de última hora para cumplir plazos, reuniones innecesarias, jornadas laborales de escasa o nula productividad y crisis que surgen de la nada por falta de planificación. Este tipo de escenario conduce inevitablemente a sufrir estrés y a una baja calidad en los trabajos que debe corregirse lo antes posible.

Una de las claves del éxito en la gestión del tiempo es fijar objetivos claros y bien definidos. Los objetivos constituyen un reto que indica dónde se quiere ir y qué meta se quiere alcanzar. Igualmente es necesario tener un plan de acción para lograrlo.

Tras esta reflexión parece aconsejable:

Fijar objetivos concretos, mensurables y realizables. Una vez establecidos los objetivos, dar un orden de prioridad a cada una de las actividades diarias.

Aprender a decir no a tareas que no son importantes o que pueden realizar otras personas.

Destinar unos minutos al día a la planificación de la propia agenda. De esta forma se dispone siempre preparado un programa de trabajo antes de iniciar la jornada.

Planificar de manera realista

Huir de los malos hábitos y buscar nuevos métodos de trabajo que agilicen las tareas rutinarias, utilizando herramientas y técnicas para mejorar la gestión.

Se denominan ladrones de tiempo todas las acciones, actividades o personas que nos ocupan más tiempo del deseable a la vista del resultado obtenido. Los ladrones del tiempo o interrupciones tienen un doble perjuicio: suponen una pérdida de tiempo en sí mismas y rompen la concentración, reduciendo la capacidad de producir en los minutos siguientes.

Nuestras vidas están compuestas por miles de hábitos útiles, lamentablemente no distinguen lo inútil de lo provechoso; cualquier acción que se repite tiende a convertirse en un hábito, una rutina diaria en la oficina puede convertirse en algo mecánico, simplemente porque siempre se ha hecho así, la cuestión es romper con los malos hábitos, que en este caso se han convertido en ladrones del tiempo, y adquirir algunos nuevos que sean lo que podría denominarse como "cómplices del tiempo”.

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